miércoles, 15 de abril de 2009

Ella


No sé quién eres. Y sin embargo tú dices que me conoces.

Aseguras que me observas, que me persigues… “sólo tienes que fijarte”, me dices.

Que tu rostro yace oculto en las sombras de mi vida; que me miras a través de los ojos de la gente… me acechas tras cada puerta, caminas a mi lado.

Oigo tus pasos, apenas te veo; a veces acierto a encontrarte –eso creo- entre la multitud, apareces de improviso mirándome en la calle, o en algún lugar concurrido, al momento desapareces, intento persuadirme de que todo es fruto de mi imaginación sabiendo que es inútil. Te oigo hablar en susurros a mi espalda, giro la cabeza. A menudo hago que se dilate ese instante, dejo que hables, que me cuentes cómo me has robado esas horas, esos minutos, que sólo a mi pertenecen.

Dejo que me describas –hasta el más insignificante de los detalles- aquellos momentos que ella jamás vivirá porque ya los has vivido tú. Y lleno de ira me vuelvo bruscamente, intentando encontrar esos ojos –tus ojos- frente a frente. Cuántas veces he sentido que la realidad se me hacía obsoleta, gastada, manoseada, rancia…tú ya has estado, y me has dejado las migajas, la ropa vieja que creí nueva, usada y arrugada.

Me lo cuentas, oigo incluso como entre susurros te sonríes, pero nunca hay nadie, y yo sólo puedo recordar aquello que tú me has contado como si fuera mío, vivir a través de tu voz –de tus susurros- aquello que nunca llegó a pertenecernos. Susurros, papel impreso, nada.

"Aquella muerta me dijo:

-¿No me conoces?... Pues me deberías conocer…

Has besado mi pelo en la trenza postiza de otra".

(Ramón Gómez de la Serna)

Eres una zombi.

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