martes, 31 de marzo de 2009

Oculto


Detrás de lo evidente está lo cierto. Máscaras que esconden, certidumbres impostadas.

Hasta que alguien tira de ti, y te deja desnudo… aunque no quieras.

Ni te atrevas.

The queerest of the queer

The strangest of the strange

The coldest of the cool

The lamest of the lame

The numbest of the dumb

I hate to see you here

You choke behind a smile

A fake behind the fear

The queerest of the queer

(Queer, Garbage)


domingo, 29 de marzo de 2009

Retrato


"Todo retrato que haya sido pintado con sentimiento es un retrato del artista, no del modelo"

Oscar Wilde. El retrato de Dorian Grey.

Segis a menudo se engañaba. La había pintado tantas veces, que terminaba por creerse que se pintaba a él mismo a través de ella. Pretendía retratar su propio rostro usando para ello las facciones de ella, su propio cuerpo, sus miembros… que casi se sabía de memoria, hasta el último pliegue o imperfección.

En esa búsqueda absurda de sí mismo a través de los bocetos y telas que de ella hacía, había acabado por retratarla de forma grotesca, forzando posturas y ademanes hasta lo inverosímil, llegando incluso hasta la caricatura soez… Ella, en cambio, obedecía, paciente, sin oponer resistencia a las cada vez más absurdas demandas de él, siguiendo el mismo ritual de todos los días: llegaba, se quitaba la ropa y se ponía el gastado albornoz, y espera sentada, en silencio, las órdenes de Segis.

Pon el brazo así, esa pierna sepárala más, ladea la espalda, gírate, sólo el cuerpo no la cabeza…

Ella no decía nada, accedía a todas las peticiones con la mayor destreza posible, sin preguntar, obedeciendo casi al instante… mientras él la torturaba con la mirada durante hora u hora y media. Luego se vestía, cogía el dinero, y se marchaba.

Y Segis creía que así, pintando esos cuadros extravagantes que a nadie enseñaba ni vendía, pintaba la imagen de su propio rostro, esa imagen que no lograba ver en viejo espejo por las mañanas y a la que tanto temía, imagen oculta, y sin embargo, presente.

Jamás existió ese rostro oculto, jamás logró pintar sus propias entrañas a través de las de ella. Tras esas imágenes retorcidas y grotescas no había nada, ni si quiera su propia abyección… sólo un vacío, una oquedad sin eco, de la que apenas empezaba a ser consciente. Nada.

Quizá por ello ella siempre acudía, y se dejaba retratar. De aquellas horas muertas sólo recordaba la pesada cortina roja.

viernes, 27 de marzo de 2009

Self


Un asunto entre mi yo, y mi tú.

Deseo recursivo. El Otro siempre soy yo mismo, un espejo donde proyectar mi propio deseo.

Sunday Morning


Con la luz de la mañana todo parece distinto, ya no es esa burbuja de deseo en la creías estar, ese pequeño espacio acotado, donde nadie era. Todo está bañado por otra luz, lacerante, silenciosa, los contornos se dibujan nítidos, incluso la pesada cortina roja del fondo aparece desvaída, llena de imperfecciones, fea, rota.
Ya nada recuerda a aquel lugar donde tratabas –sin conseguirlo- de encontrar esa unidad de intercambio entre ella y tú. Álgebra de intenciones que se resolvió –como siempre- en un torpe y previsible juego, inercias pactadas que terminaban conduciendo donde los dos queríais llegar; inercias que, sin embargo, ella y tú, buscáis intentado no mirar al abismo que se abre a ambos lados.

Y ahora quizá sea esta luz lo que hace que todo se vea más claro. Te despiertas temprano, aborreciendo ese insomnio que exprime tus horas de lucidez diurnas. Ella duerme, y te dices que deberías irte ahora que todo está bañado por esa luz. Buscas con la mirada tu ropa tirada por el suelo y te preguntas por qué a ella le gusta este sitio, esa horrorosa cortina roja, y te dices que quizá a ella tampoco le guste, y que por eso siempre lo hace aquí.
Pero no te vistes. Permaneces inmóvil sabiendo que cuando ella despierte seguirá ese penoso diálogo de reproches condensados en miradas ausentes, deseando que ella no estuviera, que él no se encontrara allí.
No te vistes y te quedas, esperando a que ella despierte. Y piensas que quizá ella también esté despierta, y espera que te marches. Podría hacer lo que tú, buscar sus ropas en silencio y marcharse, fingiendo saber que estás dormido… Pero ella tampoco lo hace.
Y quizá si no hubiera esta luz todo sería más fácil… y más rápido.