martes, 14 de julio de 2009

Inmortales

“Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales. Solo más tarde se dan a conocer cuando muestran sus cicatrices”

Chris Maker. La Jetée 1962.

Pero creer que el tiempo da lugar a cicatrices sea acaso una ilusión, salvo que creamos que el tiempo sea un remedo de nuestro deseo.

A menudo me he preguntado qué diferencia existe entre el recuerdo de un hecho vivido y una ensoñación; entre la memoria y el deseo. Siempre he creído que el tiempo acaba fijando como cicatrices, como dice el narrador de La Jetée, aquello que ocurrió y que forma parte de nuestra memoria; sin embargo me he sorprendido al descubrir lo paciente que puede ser la propia memoria al tejer falsos recuerdos, me asombra la minuciosa tarea que despliega nuestra voluntad cuando se empeña en hilar, a partir quizá de las fibras de lo ya vivido, recuerdos ficticios que no responden sino a las demandas de nuestro deseo; y que no dudamos en hacer pasar por que ha sido.

El recuerdo y el deseo del recuerdo pueden ser indistinguibles. Solo el tiempo es capaz de diferenciarlos. La memoria y la identidad parecen animadas por esa afilada flecha del tiempo.

Somos inmortales. Inmortales de la nada, pero inmortales.


Dominique A. Immortels

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